Solo me preguntaban en un correo si me gustaba el dulce, y si era así, que les enviara mis datos porque me querían mandar «algo». No hice mucho caso al email, aunque les envié mi dirección postal.
Cuando llego a casa y me encuentro un paquete a mi nombre la verdad es que ni me acordaba de aquello. Lo abro y descubro ese «¿Te gusta el chocolate MILKA?», y me sonó la campana. Puesto en contacto con el emisario, me confirman que sencillamente había pasado por mi blog y me querían hacer un regalillo. Poco saben ellos que el dulce me pierde, que prefiero un pastel a un pincho, incluso a la hora del vermut, y que el chocolate sencillamente me tiene enganchado. Un millón de gracias a MILKA por el detalle, ha sido un placer…