El año pasado fui tranquilamente con mi mujer al Pinar de Salinas a ver que habían cocinado mis amigos de EWAN. Nos encontramos con un concierto precioso y pasamos una noche estupenda, relajados y tranquilos.
Este año me toco verlo si, pero detrás del backstage, currando como un poseso, pendiente de mil y una cosas. Fue un punto de vista distinto, pero a la vez también bonito. Tuve la oportunidad de ver la cara del público desde abajo, tan entregado como los artistas, disfrutando de un espectáculo único. Conocidos algunos, anónimos muchos, pero todos siendo testigos de un concierto que recordaremos durante mucho tiempo.
Conozco a unos cuantos locos por la música que se lo pasaron como los indios, que me insistieron en lo bien que estuvo todo. Sin embargo fueron otros, los que menos tienen que ver con todo esto, los que más me sorprendieron. Me insistieron en lo bonito que fue, en lo bien que se lo pasaron, y en que por supuesto que el año que viene volverían.
No se que pasará el año que viene, no me gusta jugar a las adivinanzas; solo se que cuando algo gusta y se puede repetir, se repite. Que nos gustó esta claro, ¿se puede repetir? Veremos…
Pruebas de sonido de Josh Rouse. De día y sin gente el pinar es diferente, ni mejor ni peor, pero os aseguro que se respira una tranquilidad maravillosa.