Cuando Julio compró la casa su estado era lamentable. La recuerdo y sinceramente, metía miedo; cierto que el sitio era privilegiado, pero sus años de abandono hicieron mella y había que ser muy valiente para iniciar su restauración.
Hace años que luce como la veis, con sus mantenimientos y actualizaciones, porque Julio es un tío extremadamente detallista y cuidadoso. Ayer lo pillamos en plena faena pero nos invitó a pasar y disfrutar cinco minutos de un espacio privilegiado, especial y único. Encima, literalmente, del mar, al lado de la playa de Arnao, muy cerca de Salinas.
«Solo para amantes del mar», reza el ANUNCIO. Si buscáis un sitio donde esconderos, aquí lo tenéis…
La casa, en pleno zafarrancho de mantenimiento….