Ayer tuve la suerte de poder correr mi primer rally. Organizado por el Automóvil Club del Noroeste, era un rally de regularidad, que si bien a priori parece un poco «light», la realidad es que le dimos zapatilla al coche y lo pasamos como los indios.
Lo primero de todo dar las gracias de corazón a Fermín García Cabrera por dejarme su maravilloso Jaguar 420. Lo de prestar un coche para correr tiene su cosa, porque pueden pasar mil y una cosas… afortunadamente no pasó nada, pero agradezco de veras la confianza de Fermín. Y lo segundo dar también las gracias a mi copiloto Agustín Pérez Lozana por pasarse la mañana junto a mi, haciendo números y cuentas, soportando golpes de volante, frenazos y demás.
La experiencia no pudo ser más divertida. El coche como os comenté era un Jaguar 420s del año 68; un salón rodante, automático, con volante a la derecha, lo cual hacía un pelín más complicada la conducción. La ruta, de casi 200kms, nos metió por «caleyas» y caminos con mal firme y estrechos, algo para lo que nuestra inglesa montura no estaba acostumbrada, pero que solventamos como pudimos. El resultado fue lo de menos, aunque para ser nuestra primera vez nos situamos en medio de la clasificación final, lo cual no estuvo nada mal.
Mi copiloto sufrió lo suyo, rogandome a menudo que me arrimara un poco más al arcén, y es que encontrarse en el lado natural del conductor (izquierda) pero sin volante, hay que vivirlo.
Felicitar de verdad a la organización (Luis, Juan, Julio, Pablo y compañía) por currarse un evento así, con una logística tan complicada, con gente por todos los tramos. Por conseguir que «perdieramos el norte» literalmente por carreteras a 20 minutos de casa, y por un ambiente de camaradería y buen rollo estupendo.
Repetiremos? Pues claro coño!!!

Imágenes de la salida cedidas por Gonzalo García Cabrera, que yo con los nervios no atinaba a tirar fotos.