Foto: Claudio Diaz Aznar

Hay una raza de surfistas que no sabe de comida, ni de siesta, ni descanso… son los «lunchbreak churfers».
Lo forman aquellos que aprovechan esa «hora de comer» tan española, y en vez de irse a casa a sentarse delante del plato de garbanzos, se van a la playa a mojar el culo. El plan suena muy bien, aunque no está exento de cierto stress. El tiempo nunca es suficiente y el atractivo de la mar siempre supera nuestras expectativas: acabas a la carrera porque el mediodía tampoco da para mucho. Un plátano es lo más socorrido después del atracón de olas, y vuelta al trabajo.
Son pequeños placeres que no podemos permitir los que vivimos cerca del mar…