Si me pongo a pensar en un resumen de lo que han sido estas dos semanas en Turkmenistán tengo sentimientos encontrados. Por una parte no deja de ser un sitio que impresiona y no deja indiferente a nadie. Como leí por ahí, Ashgabat es una mezcla entre Piong-Yang y Las Vegas, y me parece una comparación muy válida. Esta claro que no hay muchos lugares como este en el mundo, sobre todo si pensamos como está el resto del país. Es un sitio donde la libertad deja mucho que desear, en todos los sentidos. Por supuesto que no hay libertad de prensa, los medios están controlados por el gobierno, que también limita internet y la televisión por satélite, con lo que los ciudadanos ven lo que el presidente quiere; imaginaros.
Tampoco hay libertad política de ninguna manera pues no se permite ir en contra del gobierno. Human Rights Watch equipara a este gobierno con el de Corea del Norte, para que os hagáis una idea.
Pero es que además gobierna el absurdo, una normas kafkianas que si no las vives no te las crees. Cuando el presidente sale de casa, la gente no puede estar en la calle. Tiene que quedarse donde esté, con las ventanas cerradas!! El tema de la limpieza en general es enfermizo: si no habéis visto a nadie limpiando las rayas blancas de la carretera, yo si.
Es un estado policial, basado en el terror y el miedo. Eso lo hace obviamente un lugar muy seguro, pues ya puedes dejar una cartera con dinero en la acera, que nadie te la va a coger. Anduvimos por todos lados sin ningún problema, pero a que precio…
Los turkomenos son muy amables e increíblemente solidarios entre ellos; la costumbre de hacer autostop esta muy extendida, y de hecho nosotros lo hicimos, de noche, y sin entender a nuestro conductor; fue todo amabilidad.
La exageración es la norma. Lo de los edificios blancos no es normal: su tamaño y suntuosidad te deja boquiabierto. Pero cuando al marchar vi el aeropuerto, que tiene menos tráfico que el de Asturias, no me lo podía creer. El amor a si mismo del presidente no conoce límites, y el pueblo no abre la boca, sobreviviendo como pueden en unas casas de la epoca sovietica.
En fin, por una parte increíble, por otra parte increíble. Al final me daba verdadera pena de una gente que malvive en un engaño constante, en una falsa felicidad que no se realmente si los hace felices.
¿Volveremos a Ashgabat? Estoy seguro de que van a tratar de sacar partido a esas instalaciones y se hará algún evento. Si me reclaman vuelvo…