Desde la anulación del Festival de Longboard de Salinas del año pasado todo han sido dimes y diretes. No os voy a negar que han sido varios los que me han preguntado porque no me animaba a hacer algo. A todo el mundo le dije lo mismo, no tengo tiempo ni ganas, sinceramente. Viendo los problemas de toda índole que lleva aparejado un evento así, no tengo fuerzas para enfrentarme a semejante movida.
Aún así, entiendo que sigue siendo un caramelo muy apetitoso: un evento consolidado con muchos años de éxitos en la espalda y un ayuntamiento loco porque la cosa siga adelante. Estaba claro que alguien lo iba a coger.
La cosa ya es un hecho y se está empezando a mover. No me parece mal que alguien aproveche el tirón e intente sacar beneficio comercial de ello, esta en su derecho. Sin embargo, no puedo dejar de pensar en que algo que parimos entre unos cuantos amigos, acaba en manos de gente absolutamente ajena al mundo del surf. Algo que se gestó como una mera reunión de colegas se transforma en un negocio puro y duro, que deja absolutamente de lado a los surferos, principales protagonistas de todo esto.

Este año se va a celebrar una competición de longboard en Salinas, eso si. Probablemente venga gente a competir de todas las esquinas del país, incluso algún portugués o francés. Por supuesto, nada que ver con las ediciones pasadas, especialmente 2011-2012, donde el Festival fue el centro del longboard a nivel mundial. Y no lo digo por decir, lo digo porque fue así y sé de que hablo.
Pero este año los competidores no podrán dormir en sus furgos aparcadas al lado de la playa, no. Los relegan a un polideportivo del pueblo, muy lejos del ambiente y de las olas. De esta manera la organización se quita de encima toda la movida acampada/furgonetas/baños, que si bien era una pesadilla a nivel organizativo y de seguridad, era la esencia y el principio del Festival.
A pie de playa habrá un mercadillo donde se venderá todo tipo de objetos ajenos al mundo del surf, habrá food trucks donde comer algo, música, fiesta y alguna cosilla mas.
Pero lo de levantarse, coger la tabla, y aún con un ojo medio cerrado pegarse un baño junto a otros cincuenta foráneos medio sobaos, eso es historia. Una pena.

Ojalá el evento funcione y les vaya bien, tanto a organizadores como a todos los involucrados; no seré yo quien pretenda el mal a nadie porque además los conozco y aprecio.
Pero por favor, no lo llaméis Festival de Longboard de Salinas porque no lo es, por favor…